Entre 2009 y 2010 dentro de la colección La Letra Digital se publicaron los libros de cuento: Tolvaneras (2009) de Alejandro Badillo, Epidemia de zopilotes (2009) de Arturo
Ordorica, Maquetas del universo (Some kind of…) (2009)
Yussel Dardón, Involuciones (2010) de Eduardo Sabugal; y Circo de Pulgas (2010) de Juan Carlos Reyes.
La idea fue editar a escritores poblanos que, aunque colaboraban activamente en suplementos, revistas, habían tenido becas o ganado premios, no tenían un libro propio. Tiempo después, dos de ellos Badillo y Sabugal publicaron su segundo libro en el Fondo Editorial Tierra Adentro y, otro, Dardón ganó el Premio Nacional Julio Torri y también publicará en Tierra Adentro.
Ahora nace la colección Azul (Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Puebla / Ediciones de Educación y Cultura) cuyo catálogo corresponderá a autores nacidos o que radiquen en Puebla pero que no se ajustará solamente a "primeros libros". Además de Mario Martell con un libro de ensayos históricos-crónica-relatos y de José Sánchez Carbó con un libro de cuentos, viene Bilopayoo Funk novela de Ricardo Cartas.
Aquí la portada, la cuarta de forros y el primer paso de esta colección.
Bilapayoo Funk
Ricardo Cartas
¿Qué pasa si juntas al IMS (Instituto Mexicano del Sonido), o a Nortec (Bostich y Fussible) con la banda de la legendaria Princesa Donají? ¿Qué pasa si mezclas a George Orwell con las pesadillas de una cultura popular simétricamente rancia y fresca? ¿Qué pasa si un guajolote gigante te persigue?
Ricardo Cartas consigue en Bilopayoo Funk un tránsito vertiginoso hacia temas existenciales que siguen perturbando el espírítu del hombre: el éxito, la libertad creativa, la marginación o la popularidad, el sentido de la identidad, a través de una prosa directa y que, sin densidades, se presenta antisolemne.
En esta novela, divertida, “leve” y ajustada hábilmente a la tradición ancestral de ciertas regiones de México, el autor se inscribe en las historias de iniciación donde un grupo de jóvenes redefine sus ilusiones perdidas en la última estación en que estarán rodeados de escuela, maestros, padres de familia y una cierta intuición de que “todo puede mejorar”.
No hay determinismo en estos personajes pero sí hay valor para conservar, hasta el final, los sueños que descubrieron mientras cantaban o escuchaban una canción honesta, de esas que nunca pasan de moda.
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