Olvidé decirlo. Vine a Europa como turista. No contemplé las calles ni los museos con una pose reflexiva ni saqué grandes conclusiones. Me tomé dos fotos con la torre Eiffel atrás y probé la Royal Cheese. Compré postales y me divertí mucho. La compañía que tuve fue magnífica y mis distintos anfitriones (ningún escritor ni pintor ni artista) una abogada, una doctora en filosofía medieval, otro en literatura, un comerciante y músico me hicieron quedarme quieto y cómodo con mi ser turista.
Y bueno, qué le voy a hacer, creo que el mejor país no está allá afuera. Mi viaje transcurrió en el confortable hastío del estudio que tengo en mi departamento en Puebla. No salí de ahí. Decidí quedarme y, así, gozar de Europa de una manera magnífica. Sí, ya sé, tengo los visados en el pasaporte y el boleto de vuelta (qué alivio).
Ya me tocará salir cuando vaya a alguna reunión y le cuente a la gente de las maravillas de otros lugares que, claro, ya conocen, ya han visto en el cine o en documentales o en internet.
En fin.
1 comentario:
el mejor país es donde vives ya sea real o no por que es en donde sientes, ries, lloras, sueñas; el problema es que el hastío te convierte en turista en tu misma casa. Ahí no se pueden comprar postales para regalar a los amigos y familiares.
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